¿Estás lista para la Primavera?
La llegada de la primavera nos acerca a un nuevo comienzo. Es la época del año donde dejamos atrás el período de hibernación, de guardarnos y de guardar reservas, para salir otra vez al mundo a plantar las semillas que deseamos ver florecer y cosechar aquellas que fuimos plantando durante el periodo invernal.
La ciencia ha demostrado que la llegada de la primavera genera una revolución bioquímica en todos los seres vivos, incluidas nosotras bellas humanas.
Esta revolución hormonal que va desde el aumento de la oxitocina, también llamada “molécula del amor”, hasta el subidón de sustancias tales como dopamina, norepinefrina y feniletilamina, suelen generar ciertos efectos en nuestro estado de ánimo y conductas, como que nos sintamos cargadas de energía, falta de sueño, sensación de euforia o de obsesión, pérdida de apetito o falta de atención, entre otras cosas, semejantes a las que “sufrimos” cuando nos sentimos enamoradas.
Esto a su vez favorece pautas de comportamiento asociadas a mayor atracción sexual, deseos de establecer lazos más profundos y contribuye además a la consolidación social de los grupos.
En fin, la primavera trae revolución, de todo tipo y en todo sentido.
Seguramente te ha pasado que al llegar esta época del año empiezas a sentir la imperiosa necesidad de conectar mucho más con el mundo.
Las salidas a las plazas con lxs hijxs se hacen más frecuentes, los encuentros entre amigues colapsan el calendario, esas ganas de una cervecita helada al caer el sol pulsa fuerte, el deseo de mostrar piel y conectar con las sensaciones que el cuerpo proclama, liberar las emociones que se vuelven más explosivas, nos invitan a renovar el amor o a querer encontrarlo cuando no hay moros a la vista.
Es un nuevo renacer, y la naturaleza es un fiel reflejo de ello. Donde vayas puedes ver nueva vida floreciendo.
Ahora, hasta aquí todo suena maravilloso, porque así lo es.
Entonces ¿Cuál es el inconveniente?
El problema es que si la primavera te agarra desprevenida, esas sensaciones de mayor contacto y conexión con el mundo interno y sobre todo externo, pueden volverse en nuestra contra.
Qué significa estar preparadas
La revolución hormonal y las pautas de comportamiento social que se disparan en esta época, pueden colaborar en la toma de decisiones impulsivas.
Es decir, si no tenemos bien en claro qué queremos, qué estamos buscando, que deseamos, las emociones nos pasarán por encima y quedaremos a su merced.
No se trata de intentar tener todo bajo nuestro dominio y control de un modo racional y obsesivo, los extremos no nos aportan. Se trata de poder tener consciencia para no terminar arrastradas por necesidades fruto de heridas pasadas, que pulsan por ser cubiertas de manera inmediata y casi desesperada en este periodo sobre todo.
¿Cómo logramos consciencia?
Obtenemos y desarrollamos mayor grado de conciencia con información.
Por ejemplo, si tenemos un problema legal, para poder salir del miedo y la parálisis que nos puede generar, necesitamos información validada sobre el asunto a resolver. Esto nos saca de la ignorancia e inacción y nos aporta mayor tranquilidad porque sabemos qué opciones tenemos y por ende qué acciones podemos tomar en función de los resultados que queremos obtener.
Con nuestro mundo interno es igual.
Para salir de los estados de malestar o ansiedad, para poder tomar decisiones que nos aporten bienestar, tenemos que tener información.
Esa información no es nada más y nada menos que conocimiento de nosotras mismas, de nuestras emociones, de las cosas que nos hacen sentir bien y cuáles no, para poder decidir y elegir qué situaciones y relaciones queremos tener en nuestra vida.
Consecuencias de NO estar preparadas
Pero ¿qué pasa cuando esta parte falla? ¿Cuándo no tenemos conocimiento de nosotras mismas?
Cuando estamos desprevenidas, la primavera puede resultar contraproducente.
El torbellino de hormonas y emociones nos impulsan mucho más a tomar acciones, pero si no tenemos una base segura donde regresar y un norte donde apuntar la flecha, ésta caerá en cualquier lado, probablemente lejos de nuestro “target” (objetivo).
Dejarse llevar por las emociones, sobre todo cuando estas son placenteras como todas aquellas asociadas al amor y al enamoramiento, es una gran tentación y lo cierto que muchas veces resulta maravilloso. Pero ojo, que dejarse llevar no es lo mismo que dejarse arrastrar.
El “dejarse llevar'' a mi entender, implica una cuota de conciencia y otro poco de soltar las amarras.
En cambio el “dejarse arrastrar'' está más asociado a actuar en automático, sin pensar absolutamente en nada. Es una cuestión más compulsiva y nos lleva a lugares más obsesivos, donde queremos a toda costa sentir emociones de alto impacto sin medir las consecuencias y sin asumir responsabilidad sobre nosotras mismas.
Y allí es cuando caemos en relaciones tortuosas, llenas de sacudidas emocionales y cascadas neuroquímicas estimulantes, que resultan en vínculos adictivos y codependientes.
Cómo prepararnos para “llegar” a la primavera
Para que la primavera y por ende las emociones causadas por las hormonas y por la actividad social que se despliegan en todos los seres en general, no nos arrastre a nuevas frustraciones amorosas, aquí te dejo algunas recomendaciones que puedes aplicar con el fin de disfrutar y sacarle el máximo provecho a la estación que se acerca.
Información: estar al tanto de que con la llegada de esta estación llegan también todos estos cambios y manifestaciones físicas, emocionales y sociales.
Consciencia: saber que estos cambios existen y son reales para todes, sin buscar controlar todo lo que acontece y lo que nos pasa, pero si retomando el poder y la capacidad de decidir qué buscar, qué aceptar y a qué darle salida directa.
Autoconocimiento: indagar en cuáles son nuestros puntos más débiles, es decir esas heridas sin sanar que buscamos tapar con emociones fuertes o amores que las generen de cualquier forma. Indagar en nuestras fortalezas para volver a ellas y usarlas como herramientas para contrarrestar los momentos de mayor vulnerabilidad.
Responsabilidad: la primavera genera movimiento, impulsa el cambio, que no es lo mismo que esperar que el cambio se produzca solo, desde afuera. Aprovechemos esta época de renovada energía para aplicarla a eso que queremos lograr, a eso que dejamos en pausa durante el invierno porque el frío nos impulsaba más hacia adentro.
Objetivos claros:
¿Qué me gustaría alcanzar en las distintas áreas de mi vida en este tiempo?: trabajo, emprendimiento, relación de pareja o vínculos sexo-afectivos, amistades, salud física y emocional, etc.
¿Qué recursos (internos y externos) necesito para alcanzarlos?
¿Son realistas esos objetivos? ¿estoy dispuesta a asumir los cambios, compromisos y consecuencias?
¿Qué cosas no estoy dispuesta y cuándo podré retomarlas? (Estima un tiempo y asume el compromiso de volver a revisarlas)
Deconstruir ideas limitantes y obsoletas, respecto a:
Una misma: quién soy, cómo me percibo, cómo me perciben los demás, quién quiero ser.
El amor: ideas de amor asociadas a la dependencia, sacrificio, necesidad. ¿Qué es para mí el amor real? ¿Cómo quiero construir mis relaciones? ¿Qué valores rescato y destaco? ¿Cuáles son mis no negociables en los vínculos? ¿Qué tipo de relación estoy buscando en este momento particular?
Amor propio: ¿Cuánto tiempo dedico a conocerme, hacer cosas que disfruto? ¿Qué diferencia hay entre amarme y ser egoísta? ¿Qué compromisos asumo y cumplo para mi bienestar? ¿Cuáles son mis límites, los respeto?
Cuerpo perfecto: comprender que nuestro cuerpo es un vehículo, un medio, un templo, que nos posibilita transcurrir en esta existencia terrenal. No es un envase estético y ya. Entonces ¿Cómo puedo cuidarlo? ¿Qué sensaciones disfruto a través del cuerpo? ¿Qué emociones le impactan? ¿Cómo puedo darles curso? ¿Qué me posibilita hacer un cuerpo sano? ¿Qué es un cuerpo sano para mí? ¿Qué estoy haciendo para estar sana?
Con toda esta información recabada, obtenida a consciencia y en conexión con una misma, estamos en condiciones de afrontar esta época que invita al renacer y al cambio, con responsabilidad emocional y con un mayor conocimiento de nosotras mismas para poder decidir qué y cómo queremos transitarla.