El autoconocimiento: qué es y cómo lograrlo
Hablar de autoconocimiento puede resultar una obviedad, sin embargo, alcanzarlo es un tanto más complicado que definirlo.
El autoconocimiento hace referencia a una profunda y sincera conexión con quienes en verdad somos, libres de mandatos sociales, lealtades familiares y de lo que nos contaron y nos contamos sobre quienes somos.
Conocernos a nosotras mismas es el primer paso para empezar a construir la vida que queremos.
¿Y por qué hago esta relación? Porque es necesario saber quiénes somos y qué deseamos, conectar con lo que sentimos, descubrir qué cosas nos potencian y cuáles nos debilitan, saber de nuestras fortalezas para enriquecerlas y de nuestras debilidades para integrarlas y, en el caso que así lo sintamos, también explorarlas. Sin estas premisas, se nos hace muy difícil idear una vida que realmente nos satisfaga y que se alinee a quiénes somos y a lo que en verdad deseamos y necesitamos.
No conocer quiénes somos, no saber identificar nuestras habilidades, gustos, virtudes nos impide conectar con nuestros verdaderos deseos, con nuestro verdadero ser y su propósito.
Si no sabemos quiénes somos nos resultará muy difícil definir un camino que nos produzca satisfacción y bienestar. Porque a diferencia de lo que solemos creer, la satisfacción es subjetiva. Lo que resulta trascendente y beneficioso para mí puede ser muy distinto para otra persona.
Solemos tomar caminos que están marcados por mandatos socioculturales que prometen realización y felicidad. Pero siendo todas tan únicas y singulares, me resulta difícil pensar que a todas nos resulte y nos satisfaga el mismo y único camino.
Para poder trazar las bifurcaciones particulares que a cada una nos sienta mejor, necesitamos primero conocer nuestros dones, motivaciones, anhelos, con el fin de idear (al menos en líneas generales) la vida que realmente consideramos que es la que esperamos vivir.
Vivir desconectadas de quiénes y cómo somos suele ser la normalidad. A veces creemos conocernos y al momento en que la pregunta “¿quién soy?” se nos hace inevitable, nos cuesta pensarnos y sincerarnos. Podemos dar una breve descripción con ciertas características que reconocemos de nuestra personalidad. Pero eso no es conocernos, es simplemente un intento de clasificación de características más o menos visibles asociadas a nuestros comportamientos diarios.
El “SER” es una cuestión más bien metafísica, es una pregunta profunda, es cuestionarnos sobre nuestras creencias, sobre nuestro espíritu, sobre lo que nos mueve el alma y nos motiva a compartirlo.
El mayor indicador de que nos desconocemos se evidencia cuando, en cierto punto de nuestra vida, nos damos cuenta que estamos siguiendo un plan que nunca trazamos. Al menos no a consciencia. Un plan que seguimos porque se supone debemos hacerlo, porque nos dijeron -familia, sociedad, escuela- que era lo mejor para nosotras, para nuestro futuro.
Ese plan, que en apariencia somos libres de elegir, suele tener ciertas características como ser:
Estudiar una carrera, obtener un título profesional
Trabajar (al menos 6 u 8 horas) en relación de dependencia con intención de crecer en algún lugar y conseguir un sueldo digno y al menos una jubilación adecuada.
Tener una pareja
Tener al menos 2 hijes
Comprar una casa y establecernos
Estas características suelen ser entendidas como signos de madurez, aunque nada tenga que ver con madurar emocionalmente.
Pero, ¿cuántas veces nos hemos preguntado sinceramente si en verdad esos planes encajan específicamente en el plan de vida individual de cada una?
Solemos caer en cuenta de que estamos desconectadas de nosotras mismas, que desconocemos quiénes somos y qué deseamos, cuando la insatisfacción en distintos ámbitos de nuestra vida comienza a volverse insostenible.
Cuando ya no toleramos más ir a ese trabajo, nos sentimos desmotivadas, odiamos los lunes, y comenzamos a sentir angustia o ansiedad los domingos cuando cae el sol.
Cuando no entendemos cómo terminamos o por qué continuamos sosteniendo ciertos vínculos, como una relación de pareja, amistades o hasta relaciones familiares que nos incomodan.
Cuando tropezamos una y mil veces con la misma piedra y sentimos que nos es inevitable o culpamos a nuestra mala suerte o al destino.
Si dejamos dilatar mucho este tipo de situaciones sin darles la relevancia y atención que merecen, suelen comenzar a manifestarse a través de síntomas físicos y emocionales, como ser: ansiedad, angustia acentuada, sentimientos profundos de desvalorización, frustración, desmotivación. Ello repercute en nuestro entorno directamente dañando los vínculos y generando malestar en los distintos ámbitos en que nos desarrollamos. Además acentúan nuestra baja autoestima y amor propio.
Algunos de los indicadores que pueden servirnos como alerta de que no estamos en real contacto y conexión con quiénes somos pueden ser:
No logramos comprender lo que nos pasa internamente y nos cuesta identificar con claridad eso que sentimos frente a situaciones que nos movilizan en algún sentido.
Solemos reaccionar de manera ilógica o desproporcionada a situaciones que no lo ameritan o que no tienen nada que ver con lo que en realidad sucedió.
Tomamos con gran extrañeza lo que los demás opinan de nosotros en los diversos ámbitos en los que nos desenvolvemos (social, laboral, familiar).
Nuestra autoestima suele estar baja o debilitada porque siempre sentimos que nos falta algo o que no contamos con las herramientas o recursos para lograr nuestras metas y expectativas.
Dejamos decisiones importantes en manos de terceros porque no nos sentimos lo suficientemente capaces de poder hacerlo o de afrontar las consecuencias.
Beneficios del autoconocimiento
Conocernos nos permite poder tomar decisiones y realizar acciones que estén alineadas a quienes somos. Esto nos ofrece un sentido de coherencia a nivel psíquico, mental, emocional, físico y espiritual. Un estado de equilibrio interno que a su vez se traduce al exterior como bienestar y satisfacción.
Otro de los beneficios del autoconocimiento es que nos permite saber con qué herramientas contamos cuando las circunstancias externas son desfavorables o nos resultan problemáticas. Por lo tanto podemos afrontarlas con mayor seguridad y confianza.
Conocernos es saber tanto sobre nuestras fortalezas como sobre nuestras debilidades. Es saber identificar nuestras emociones. Es tener la posibilidad de gestionarlas y traducirlas en confianza, al poder tomar decisiones libres de acuerdo a nuestra lógica interna y en coherencia con nuestro sentir.
Conocernos verdaderamente y en profundidad, nos permite desarrollar una mejor inteligencia y madurez emocional.
Algunos beneficios de conquistar nuestro autoconocimiento son:
Conectamos con nuestras emociones, pudiendo reconocerlas y comprenderlas con mayor facilidad cuando aparecen.
Nos permite conectar y asumir nuestros verdaderos deseos y anhelos.
Podemos gestionar nuestras emociones de una manera más asertiva y saludable.
Podemos definir objetivos en las diferentes áreas de nuestra vida, alineados a nuestros deseos y necesidades personales.
Nos da la posibilidad de crecer y expandirnos al conocer nuestras virtudes y debilidades, y poder focalizarnos en lo que queremos potenciar y desarrollar.
Vemos fortalecida nuestra autoestima y por tanto nuestro merecimiento.
Somos capaces de elegir vínculos sanos porque sabemos quiénes somos y cuánto merecemos.
Nos abre las puertas para descubrir nuestro propósito.
Cómo lograr el autoconocimiento
Para alcanzar el autoconocimiento necesitamos realizar un trabajo profundo de auto indagación.
Para ello también es necesario conocer nuestra historia personal, familiar y ancestral. Esto nos da la oportunidad de revisar creencias, valores y formas de percibir la vida y el mundo que pueden tener que ver con nuestra historia actual. En ese caso será cuestión de actualizar, reescribir nuestra propia historia para poder focalizarnos en la que queremos construir de aquí en más.
La meditación, P.N.L, mindfulness y biodescodificación, son algunas de las herramientas que implemento y adapto en mi Terapia de Deconstrucción a fin de lograr un estado de consciencia tal que nos permita conectar con nuestra naturaleza interior y, desde allí, comenzar a construir la vida que realmente deseamos.
Saber quién somos, cuáles son nuestras virtudes, anhelos, qué dones tenemos y necesitamos desarrollar para entregar al mundo, nos da un propósito. Nuestra vida deja de rodar en automático, abandonando esa sensación de que nada está en nuestras manos y nada podemos hacer al respecto.
Sin duda los acontecimientos inesperados o indeseados seguirán ocurriendo, pero sabiéndonos capaces podremos percibirlos y gestionarlos de una manera mucho más sana. Alcanzar un real autoconocimiento te permitirá establecer objetivos y estrategias reales para alcanzar la vida que queremos y merecemos en función de nuestros dones y deseos.
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Mi terapia holística te brindará las herramientas y conocimientos necesarios para indagar en tu mundo interior, actualizar creencias, soltar mandatos familiares, y conocer y confiar en tus propias habilidades.
Además podrás establecer, con guía y acompañamiento, los objetivos que consideras prioritarios alcanzar y las estrategias necesarias para lograr tu cometido.