Cómo apostar por tu desarrollo y crecimiento personal
Cuando somos capaces de reconocer nuestros dolores y trabajar en ellos -para incorporar la experiencia, para mirarnos a la cara con nuestras propias sombras e integrarlas, aceptando su intención positiva por ilógica que en apariencia parezca- rompemos un eslabón más de la cadena de esos actos automáticos que nos mantienen en malestar. Subimos un escalón, nos elevamos un poquito más, crecemos, maduramos emocionalmente en pequeños actos y a pequeños pasos.
Apostar por nuestro desarrollo y crecimiento personal consiste en trabajar en pos de una vida en bienestar y libertad. En dejar de ser presas o esclavas de mandatos antiguos y creencias ajenas y desactualizadas.
Es trascender en consciencia para alcanzar plenitud.
Cuando no ponemos el foco y la energía en nuestro desarrollo y crecimiento personal, quedamos estancas, sin muchas posibilidades de cambio. Al menos no de cambios que tengan que ver con lo que en verdad somos, deseamos y anhelamos. Sino que son movimientos inertes, adaptados a las circunstancias, al entorno, en dependencia de un otro u otra que nos arrastra a su propio interés y deseo (con nuestro consentimiento implícito).
Cuando no apostamos a nuestro crecimiento y desarrollo personal, todas las circunstancias nos son ajenas y por lo tanto sus consecuencias también lo son. Y ahí es cuando caemos en la trampa de que la culpa, la responsabilidad, siempre es de la otra persona.
Esta creencia, que en principio puede darnos resultado o un alivio momentáneo, en realidad no es más que una cuestión defensiva. Quizás porque lo que acontece nos duele e intentamos por todos los medios evitarlo, evadirnos. O quizás porque creemos que así la tendremos más fácil, porque ciertamente gestionar cambios puede implicar molestia, incomodidad, angustia, enfado, entre otras cosas.
Ese alivio momentáneo a la larga instala la creencia de que la vida es injusta, que tenemos mala suerte, que no valemos, que el destino no está a nuestro favor o que todas las personas son tal o cual cosa.
Y es que en realidad hemos entregado un gran poder: el de comandar nuestra propia vida.
Pero para poder comandar nuestra vida, primero se requiere autoconocimiento y saber hacia dónde queremos ir.
Las consecuencias directas y dolores comunes asociados a no apostar por nuestro crecimiento y desarrollo personal son varias:
Falta de autoconocimiento: no sé quién soy, qué quiero, qué capacidades tengo, cuáles son mis intereses y cuáles no, en qué deseo y necesito desarrollarme, qué vida quiero construir.
Valoración personal deficitaria.
Falta de propósito.
Imposibilidad de cambiar lo que no quiero, no deseo, no me gusta (en mí o en mi entorno)
Sensación de sin sentido con la vida.
Victimismo.
Estancamiento (emocional, mental, físico, espiritual)
Beneficios del desarrollo y crecimiento personal
El desarrollo y crecimiento personal comienza con una profunda y verdadera conexión con nosotras mismas, con nuestra esencia. Es comenzar a descubrir un vasto mundo bajo nuestra piel, detrás de nuestras máscaras. Esas que creamos y cambiamos en pos de encajar, de adaptarnos, de no ser expulsadas.
Conectar con nuestro ser interior nos trae paz, nos permite sentirnos en coherencia y por lo tanto comenzar a vivir de ese modo.
Y vivir en coherencia nos alivia muchos síntomas, emocionales, conductuales y físicos. Ya no necesitamos forzar nada, todos los astros se alinean, todas las piezas encajan, y las que no, buscan su propio sitio en otro lado.
Es decir, nos garantiza el comienzo de nuestro propio proceso de sanación.
A partir de conocernos, o al menos de empezar este viaje, comienzan a surgir otras facetas que desconocíamos, habilidades escondidas, pasiones ocultas. Y con su descubrimiento comienza la etapa de los permisos: permitirnos no sólo explorarlas, sino desarrollarlas, potenciarlas, darles un curso que nos conecte con la potencia creadora, esa que nos lleva a una experiencia de vida rica en propósito, colmada de sentidos.
Este autoconocimiento y sanación de nuestra historia y dolores, nos permite reconocernos y aceptarnos. Nos posibilita construir una autoestima sana.
Trabajar en este aspecto de nuestras vidas nos nos permite y posibilita:
Conocernos
Sanar
Descubrir nuestro propósito
Vivir en coherencia, bienestar y libertad
Cómo impulsar el desarrollo y crecimiento personal
Los primeros pasos y prácticas que podemos seguir son:
Comprender y reconocer que no somos seres estáticos, acabados, definitivos: Independientemente de las creencias o religión a la que adherimos o no, la vida nos invita permanentemente a crecer, desarrollarnos, tomar decisiones, actuar, aprender.
Si nos negamos a seguir el flujo natural de la vida quedamos estancadas, repitiendo viejas acciones, conductas y pensamientos, que probablemente no nos pertenezcan o que no nos permitan avanzar hacia la plenitud que deseamos alcanzar.
Priorizarse: es fundamental dejar las excusas de lado, los “peros” (no tengo tiempo, si pienso en mí soy egoísta, etc.) para buscar el tiempo y los espacios que nos permitan conectar con nosotras mismas, con lo que estamos necesitando.
Buscar referentes: personas que hayan pasado por experiencias similares y hayan salido fortalecidas de las mismas, con las que conectamos emocionalmente, y por sobre todo, que se han formado para poder acompañar a otras personas de manera responsable.
Dar el primer paso: puede suceder que al principio no sepamos por dónde comenzar, qué tantas opciones nos abrumen y al no poder decidir finalmente nos quedemos donde estamos. Lo importante es empezar por algo, así luego nos demos cuenta que no es lo que estábamos necesitando y decidamos cambiar. La experiencia es la que nos trae la posibilidad de elegir lo que realmente está en sintonía con nuestro sentir.
¿Qué técnicas y herramientas pueden ayudarnos a lograrlo?
Un espacio terapéutico holístico e integral
Biodescodificación
P.N.L
Escritura terapéutica
Meditaciones guiadas
Práctica de pensamiento positivo
En mi Terapia de Deconstrucción, abordamos todas las herramientas mencionadas anteriormente y las técnicas específicas que cada una incluye, con el fin de que sea un verdadero trabajo integral, tomando todas las esferas de la vida de una persona. No centrándonos exclusivamente en un síntoma o conducta específica, sino buscando su origen, razón, para qué, y luego actualizarla en función de las necesidades actuales de quien consulta.